viernes, 26 de octubre de 2012

S.O.S.

El otro día salí a cenar y a tomar una cerveza después. Hurgando en mi bolso, descubrí mis post-it y un boli BIC y empece a dibujar. Lo típico que haces cuando estás aburrido, pero sin estarlo. Líneas formas y relleno sin un final determinado. Una chica con un pelo raro y kilométrico que oculta fallos del dibujo, con ojos pequeños y una frente muy grande. Pero a mi me gusta.

El problema no es que me guste o no, sino la necesidad y el vacío que llené por un momento. Y entonces recordé cuando yo sacaba mis pinceles y mis óleos, me ponía música y me relajaba rellenando un cuadrado/rectángulo blanco con todas mis preocupaciones y dolores de cabeza durante lo que podían ser horas.... Bueno, con ceras pastel menos, esas si estoy mas de dos me dan el dolor de cabeza...

Pelos sintéticos o de vivérridos unidos a palos de madera pulida; mezclas de colorantes con aceite y productos químicos con nombres característcos; y aguarras... Esos benditos olores que me devuelven la paz interior y la concentración en épocas de agitación mental y estrés.

Echo de menos sentarme ante un dibujo, figura, persona o escena, y tratar de plasmar un poco de mi visión y de su esencia. Pringarme las manos y la bata, incluso la cara, pero sentirme tranquila y serena, como un mar antes de la tormenta...


Necesito mis pinceles, lápices y carboncillos... 
para retratar mi vida tal y como la siento ahora.
Son muchas las mareas que llegan a mi playa,
¿por qué no pintarlas todas?
Capitana

martes, 16 de octubre de 2012

El Torneo

Está preparada, pero aún tiene que esperar su turno.

Ahora sentada en la hierba un poco alejada del resto de la gente. Medita en posición de loto aunque no es budista, para vaciar su mente y relajarse. Lo que va a hacer es muy importante para ella.Lleva toda la vida entrenando para conseguirlo y ahí esta, tan cerca que casi puede tocarlo. Pero no, no puede dejarse llevar, le ha costado demasiado. Han sido años de entrenamiento y años de autocontrol, heridas y magulladuras.

Viene de tierras del sur, pero tiene la piel blanca como la nieve y los ojos claros como el azul del cielo. Su pelo es rubio oscuro y cambia con las estaciones pero se ha obsesionado con teñirlo de rojo vino. Hoy lo lleva trenzado y se lo aguanta con varias cintas para que no se escape su rebelde melena. No puede permitir que nada le entorpezca sus movimientos.

Esa mañana se levantó al alba para entrenar porque no aguanta bien el calor. Ahora comienza a dar el sol de plano en el terreno que tiene delante y, pese a no ser ni medio día, la temperatura ha subido más de 10 grados. El clima, como este sitio, es muy extraño. Cuano recibió la carta que le ofrecía competir no se lo creía. Pese a que su Maestro la había entrenado desde muy niña, nunca pensó que recibiría tal honor. Y aquí está, esperando que le asignen un adversario.

Está versada en casi cualquier tipo de batalla pero la guadaña y la cadena son sus elementos. Fue el primer arma que utilizó cuando tuvo que defenderse de unos ladrones que entraron en su casa, cuando aún vivía con sus padres. Tiene un corte e el costado izquierdo para demostrar lo afortunada que fue al sobrevivir. Algo que uno de los ladrones no puede decir. Después de eso tuvo que huir porque todo el mundo le tenía miedo y su familia la consideraba un monstruo. Su Maestro la aceptó como discípula con la condición de que aceptara la vida de la meditación y el aprendizaje dejando atrás su vida anterior y con ello la rabia y el dolor. Ahora la guadaña es parte de su brazo y la cadena es lo que la une a su propia alma.

Ya ha terminado el combate. Están llamando a los siguientes. El altavoz avisa a los participantes con un combate de antelación así que ahora llamarán a los contrincantes actuales y a los siguientes para que se preparen. Ahora pelea un hombre muy grande, absolutamente enorme que huele a grasa y a vino contra otro, más pequeño pero muy musculado que dice que tampoco usará armas. Suena el gong y comienza la pelea. No está muy pendiente de lo que está ocurriendo, sigue con los ojos cerrados y pensando en las enseñanzas del Maestro. Algo roza su hombro y abre los ojos sin muestras de nerviosismo. Hay alguien a su lado. La primera impresión diría que es una niña ataviada con una túnica blanca, pero su expresión y su mirada son las de un ser ancestral, sabio y poderoso como los de las historias de dioses y héroes antiguos. Se miran por un momento, ella asiente y la niña hace una reverencia y se marcha. Es la siguiente.

Por un instante el corazón se le ha desbocado en el pecho, pero lo ha controlado. Por fin es su turno, es la siguiente. No sabe contra quien, pero es su oportunidad de liberar todo lo que tiene acumulado, todo lo que siente y ha sentido desde el día que se marchó de casa con una herida infectada en el costado que casi le cuesta la vida de no ser por el Maestro...

- Maestro, este es mi momento. Por fin seré libre y podré librarme de los demonios que me atormentan. Espero que me perdones y que los dioses me cuiden y me ayuden a alcanzar la paz que tanto necesito.

Suena el gong. El combate ha terminado. Demasiado rápido. Mira a la arena pero solo ve al señor gigante retirarse por su propio pie con una gran sonrisa y una mano en el torso. Lo tiene morado. El otro contrincante está gritando. Pide por un médigo y se agarra la mano. Pero a parte de eso no tiene ninun otro golpe. Parece que se ha destrozado la mano pero ha ganado el combate. Le toca a ella levantarse.

Se quita el broche de la capa y la deja caer. Se levanta y recoge su arma del suelo y le quita la tela a la hoja de la guadaña. La besa como una madre besa a su hijo el día que nace. Estira las piernas y camina hacia delante y sin mirar atrás, como siempre ha hecho. Entra en la zona de combate y saluda al árbitro y luego a su contrincante con una reverencia. Sólo entonces se da cuenta de quién es su contrincante. Lleva una espada envainada y va con una armadura que le cubre de pies a cabeza. Ella lleva ropa ligera porque necesita tomar ventaja de su velocidad, excepto por unos protectores en las extremidades y las botas.

Entra en su estado de concentración. La pelea va a comenzar. Suena el gong y el animal sediento de sangre que ha tenido siempre encerrado es liberado de su interior con un grito que brota desde lo más profundo de su alma. Puede que liberarse así haya sido un error. Ya no hay vuelta atras. Ella corre hacia su contrincante y su guadaña gira por encima de su cabeza sedienta de rabia...


Casi siempre, las batallas interiores son las más duras....
Capitana