El problema no es que me guste o no, sino la necesidad y el vacío que llené por un momento. Y entonces recordé cuando yo sacaba mis pinceles y mis óleos, me ponía música y me relajaba rellenando un cuadrado/rectángulo blanco con todas mis preocupaciones y dolores de cabeza durante lo que podían ser horas.... Bueno, con ceras pastel menos, esas si estoy mas de dos me dan el dolor de cabeza...
Pelos sintéticos o de vivérridos unidos a palos de madera pulida; mezclas de colorantes con aceite y productos químicos con nombres característcos; y aguarras... Esos benditos olores que me devuelven la paz interior y la concentración en épocas de agitación mental y estrés.
Echo de menos sentarme ante un dibujo, figura, persona o escena, y tratar de plasmar un poco de mi visión y de su esencia. Pringarme las manos y la bata, incluso la cara, pero sentirme tranquila y serena, como un mar antes de la tormenta...
Necesito mis pinceles, lápices y carboncillos...
para retratar mi vida tal y como la siento ahora.
Son muchas las mareas que llegan a mi playa,
¿por qué no pintarlas todas?
Capitana